El Bar Perches es considerado como uno de los refugios etílicos preferidos de los laguneros.
Fundado en 1932, ha sido desde entonces, un recinto en el que miles de amistades se han consolidado, deleitando la sed de grandes personajes, desde los más reconocidos, hasta los más humildes.
Al igual que muchas personas, me he preguntado: ¿Qué tiene el Perches que provoca que regreses?
Mi primer encuentro etílico en el Perches fue en julio de 2021, en el llamado Tour Cantinero. Desde entonces, abrir las puertas de madera que dan acceso al lugar, es entrar casi en el arco del tiempo, donde la historia permanece y se mantiene intacta, casi igual que su tradicional cerveza de barril servida en grandes y congeladas conocidas como “Percheronas”. Para el calor que impera en La Laguna, no hay mejor dosis para saciar la sed .
Muy contados negocios pueden presumir que al paso de los años sigue estando en manos de la familia fundadora, en este caso los Perches. Y así tal cual Jesús Perches hoy forma parte de la tercera generación que da brillo a este emblemático lugar.
El Perches tiene algo que provoca que la gente quiera regresar, insisto. En mi experiencia, entrar a este bar, cantina, recinto etílico, como quiera llamarlo, es trasladarse no sólo a 90 años de historia.
Refugiarse en este oásis ubicado en la esquina de la avenida Hidalgo y calle Leona Vicario, de la zona Centro de la ciudad de Torreón, es tener la experiencia en donde el tiempo ha quedado atrapado, que eriza la piel llegar y sentarse junto a la enorme barra de marmol negro original.
Dicen que las amistades nacen en las coincidencias, aunque llegar al Perches va más allá de mera coincidencia. Los videos con música noventera se detienen inexplicablemente, mientras que comienzan las primeras notas de la música que sale de la caja de resonancia del piano vertical Gulbransen original de 1911 que aún conserva sus glorias custodiado por dos grandes armaduras medievales.
Como en una gran sala de conciertos, “El Chino” es el pianista en turno comienza lentamente lo que podría equipararse a una danza entre sus dedos y las teclas, para comenzar las primeras notas de melodías como Perfume de Gardenias y otras, que elevan el alma y sentimiento y sacan el aplauso.
Es inevitable regresar al Perches, uno de los lugares donde no sólo sacias la sed, sino el hambre; en el que todos los días, de lunes a sábado, delitan con ceviche de pescado, tacos de discada, guisado verde con arroz, su delicioso chamorro, carne asada, platillos distintos dependiendo el día como parte de su tradicional botana.
Las raíces fancesas de los Perches se reflejan en su gusto por la tauromaquia, grandes carteles de famosas corridas taurinas engalanan las paredes. Así como originales pósters de grandes peleas de box. De los pocos lugares donde hay reservado familiar, en donde las mujeres tienen cabida desde hace tiempo. Si bien el Perches ha ido a la vanguardia en muchos sentidos, aún permanece como parte de su acervo, una caja registradora original de 1890.
Grandes historias se han tejido en este sitio; se dicen que grabadas en las paredes de madera, están los apellidos de grandes personajes de las cofradías masónicas. Aunque también hay historias y leyendas que refieren apariciones de personajes que le dan un encanto enigmático.
El Perches tiene mucha historia por contar, pero ¿qué tiene el Perches que hace que la gente regrese? El buen trato no es una estrategia creada por las grandes cafeterías o bares de franquicia. La buena atención aquí se da, gracias a la pasión que se inyecta día con día al tener un negocio familiar del que se vive. Se trata como cliente, pero como amigo. Si llegas sólo, te hacen sentir acompañado. Si llegas en grupo el “calorcito” es igual. La pasión por lo que haces, se transmite, se refleja y se siente.
Además del sabor y la historia del lugar, es la gente lo que hace que se regrese al Perches. Tal y como dice el buen Jesus Perches: “Esta es tu casa”, y tiene toda la razón.