Ubicado a 22 kilómetros de la cabecera municipal de Viesca, en el ejido La Fe las condiciones de vida entrañan un desafío cotidiano debido a la pobreza y la marginalidad. Así sus habitantes, que suman alrededor de 50 personas entre niños, adolescentes y adultos, deben luchar por sostener las acciones más comunes en medio de un equilibrio social roto ante la escasez de oportunidades.
En medio de un paisaje desértico y aparentemente yermo, los hombres a temprana hora arrancan el motor de sus vehículos para ir a la cabecera municipal a comprar agua potable en tanto las mujeres toman un puñado de varas de candelillas secas para encender el fogón. Aunque tienen estufas de gas ellas aprovechan los desechos de la producción para cocer directamente en las brasas los chiles, tomates y otros alimentos.
Sentado junto a sus vecinos en el núcleo del ejido, mismos que en su mayoría son sus parientes, Marcelino Tapia explica que en La Fe aunque echaron a andar un pozo con un generador, necesitan del diesel, combustible que no siempre pueden comprar. El agua de esta noria sirve para limpiar las casas, ducharse y darle de beber a los animales. Pero agua potable, para ellos, no hay.
“Pa’tomar no tenemos aunque seamos como 15 familias las que vivimos acá. No tenemos ningún apoyo, una pipa, nada. El presidente municipal que está ahorita (Hilario Escobedo de la Paz), cuando andaba allí en la política, pues sí, como todo, prometía y todo, pero no hace nada. Para todo el municipio hay dos norias y una no sirve”.
Debido a que en el rancho el agua sale salada, es decir, con arsénico y otros tóxicos, les llevaron una planta purificadora que se descompuso; al no funcionar la noria, los fierros se pegaron, dicen los hombres. Y las autoridades los dejaron solos con su problema.
Viesca apenas rebasa los 20 mil habitantes. Y si bien la cabecera municipal está etiquetada como uno de los Pueblos Mágicos de Coahuila, para el cual el gobierno del estado ideó un espectáculo denominado La procesión del silencio como motivo para atraer turistas en las vacaciones de semana santa, es una ciudad a la cual se piensa para escaparse un fin de semana, pero no para vivir.
Mientras Marcelino toma un descanso junto a los hombres, las mujeres se encontraban ya de nuevo en las cocinas. Su mamá, doña Leonarda Sandoval, veía la novela mientras la comida se cocinaba a fuego lento.
“Deje me siento porque estoy mala de un pie y no aguanto. Aquí el agua la acarrean; pa’tomar es pura acarreadera y pos pa’l gasto aquí está una noria y de ahí agarramos pa’lavar, pa’los animales, está a un kilómetro. El agua potable la compramos en Viesca, el tanque de a 200 litros nos lo dan a cien pesos, la gente la tiene qué comprar porque no hay”.
El drama de la novela se acentúa por la música de aparente misterio mientras que en la cocina de Leonarda el calor hace que se sude la gota gorda. Pero a pesar de que en el pueblo estén sedientos, a La Fe sólo llegan camiones cargados de melones, o de víveres que se dejan en un almacén. Los que surten el agua quizá no vean ganancias en llevar agua embotellada a un ejido perdido en medio de la nada.
Doña Leonarda cuenta que al menos 35 años se la ha pasado en el pueblo y ya se acostumbró a cocinar en fogón aprovechando los desechos de la producción de candelilla. Para asar las verduras, a pesar del calor, prende el comal.
Afuera la temperatura ambiente se aproxima a los 40 grados. Y en su cocina se siente casi igual a pesar del aire que mueve un ventilador. Ella dice que es la hora del calor pero como está preparando un caldito, prendió el comal. Eso no cualquiera lo soporta.
Hombres y niños a cocinan candelilla
De acuerdo a un reporte de la asociación Innova AF (Agricultura Familiar), la candelilla es una planta propia de las zonas áridas de México, del matorral xerófilo, y constituye uno de los productos forestales no maderables de mayor importancia en México.
En torno a la candelilla se considera que alrededor de 3 mil pequeños productores se encuentran diseminados en cerca de 230 ejidos en 33 municipios de Coahuila, Chihuahua, Durango y Zacatecas, principalmente. Para muchos de ellos, ésta representa su única fuente de ingresos
Los especialistas establecen que el aprovechamiento de esta especie obedece a su utilización en diferentes industrias como la farmacéutica, cosmética, de adhesivos, lubricantes y pinturas, hasta la industria aeronáutica.
Además se resalta el hecho de que México es el único productor de cera de candelilla en el mundo, siendo Coahuila la entidad más representativa en cuanto a superficie de explotación pues participa con un 80 por ciento de la producción nacional, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO por sus siglas en inglés.
En el ejido La Fe las familias aprovechan esta planta y Cristián Tapia, adolescente de 13 años de edad, recién ingresó al trabajo de la extracción de la cera de candelilla, siguiendo los pasos de sus tíos. A él se le asignó el atizar el fuego de los hornos, por lo que debe tolerar altas temperaturas en medio de humo y vapores que generan ardor en los ojos debido a que se utiliza agua al punto de ebullición mezclada con ácido sulfúrico en el proceso.
El menor confirma que trabajar en medio de un clima agresivo que se incrementa con el fuego es pesado, pero es aparentemente la única alternativa que tiene toda vez que en el ejido no hay escuelas. Enrique Tapia, su tío, confirmó que él también desde pequeño comenzó a trabajar en la extracción de cera. Él literalmente se encarga de separar la cera de la planta. Este año el kilo de cera de candelilla es vendido en 90 pesos, lo que considera que no es suficiente aunque durante el año anterior era adquirida en 50 pesos.
“Aquí se trabaja duro y es peligroso porque una caída aquí y se queda sin pie. Sí ha pasado. Por eso cuidamos a los más chicos, y comienzan acarreando la candelilla que, hay que cortarla y luego la acarreamos para acá, pasan unos 15 días para traerla para acá y quemarla”, confirma Enrique quien con una cuchara perforada mueve del líquido que hierve, la espuma que recolecta en una tina de acero toda vez que al enfriarse dejará separa la cera.
El agua aquí también se convierte en un recurso imprescindible pues se utiliza un tanque de 200 litros por paila, con la cual apenas alcanzan a extraer cinco kilos de cera de candelilla. Para poder tener un ingreso que permita el sustento de todos los trabajadores, este procedimiento lo deben repetir cuando menos diez veces durante la jornada laboral, si se pretende alcanzar la meta de obtener 50 kilos.
De acuerdo a información del gobierno de la República a través de la Comisión Nacional Forestal, a mediados de 1900 comenzó esta actividad de producción de cera y durante más de cien años ha beneficiado a poco más de 3 mil 500 productores. El producto obtenido es de excelente calidad y el 90 por ciento se exporta a los Estados Unidos, Japón, Alemania, España, Francia, Holanda, Inglaterra, Irlanda, Italia, Colombia y Argentina.
¿Cómo es que consumimos la candelilla?
La cera de candelilla se encuentra en muchos de los productos que actualmente se consumen como la goma de mascar, el café y sus substitutos, el té e infusiones de hierbas, cereales y bebidas que contienen cacao, dulces, turrones y decoraciones en pasteles y galletas.
Asimismo en productos de panadería fina, productos de imitación de chocolate o sus substitutos, en bebidas azucaradas artificialmente, en la superficie de frutas, vegetales, legumbres y leguminosas frescas, en algas marinas, nueces y semillas, así como en sueros y bebidas electrolíticas.