El atractivo de volverse adicto a las drogas, es que te llevan a un mundo donde todo es fantasía, relajación, donde lo que comienza con excitación culmina en un placer incontrolable.
Es el gozo y el furor. Los motivos para consumir diversas sustancias no han cambiado al paso de las generaciones. Sentirse popular en un mundo de mierda, donde hoy la justificación es la pandemia y el aislamiento social.
La disfuncionalidad en familias por pobres o por ricas; las coincidencias se unen ante el olvido de los padres a hijos o la irreverencia y rebeldía y rechazo de hijos a cualquier tipo de autoridad bajo la mediocre búsqueda de una individualidad que por mucho los separa y abren pozos a donde no sólo la dignidad se pierde, sino incluso hasta la propia vida.
Los padrinos Gerardo y Sandra
Dos casos que lograron salir de estos hoyos, son el padrino Gerardo y la madrina Sandra. Ambos encabezan el Centro de Recuperación de Alcohólicos y Drogadictos CRAD “Luz de Vida” en Torreón, Coahuila. Décadas han pasado desde que estuvieron en consumo activo de sustancias narcóticas.
Sin embargo, aunque el dolor y sufrimiento aun están presentes, hoy son ejemplo y apoyo para otros que como ellos, cayeron en el mundo de las drogas.
“Yo llegué a consumir desde las sustancias de inicio como la marihuana, resistol, thinner, psicotrópicos, píldoras, provocando que su enfermedad avanzara”. Según recuerda, la posición económica de la familia no era la mejor. Creció en un círculo familiar de mucha pobreza, golpes, maltrato físico y emocional. Los parientes alcohólicos y drogadictos, fueron su ejemplo de vida.
El trato hacia él siempre fue violento por parte de sus padres. Siendo pequeño, su madre se separa y se junta con otro hombre quien se convirtió en su padrastro, pero el entorno fue de mal a peor.
Su padrastro le trataba a golpes y las humillaciones crecían: “Mi mamá y él me golpeaban mucho. Mis hermanos y yo comíamos, pero en la comida siempre había cucarachas y nos las teníamos que comer. Me duele, ya que yo veía cómo para sí, para comprar caguamas, drogas, sí había dinero”, recuerda.
Consciente de su carácter rebelde, llegó a pensar que se merecía los golpes que le propinaban. Tenía entonces sólo siete años de edad.
“Me preguntaba, ¿Si seré su hijo o me adoptaron? Porqué tanto maltrato y golpes. Siendo niño me salía a la esquina por la García Carrillo con todos los adictos para oler la mariguana. Desde chico supe lo que era olerla, lo que se siente. Me quedaba sentado y estaba risa a risa. Mi mamá iba por mi, me golpeaba y yo seguía riéndome.
Era la forma de amortiguar el dolor que sentía por el maltrato y rechazo de mi madre. Cuando yo regresaba a casa, mi padrastro ya estaba ahí y me partía la espalda a golpes, al grado que me desmayaba y me dejaban tirado. Fue mucho el resentimiento que guardé en mi corazón. Siempre visualicé crecer y el deseo de desquitarme y que sufriera.
Con una educación en donde se le inculcó la creencia en Dios, le cuestionó: “Dónde estas, no puedo vivir así”.
Entrar al consumo de las drogas fue su mejor escape para no enfrentar lo que vivía.
“Fui el más chico de los dos grandes. Siempre me daban las sobras de mis hermanos. A ellos les compraban zapatos y tenis nuevos y los usados me los daban a mi, los usaba en contra de mi voluntad, de eso a andar descalzo.
Para el almuerzo en la primaria, a mis hermanos les preparaba sándwiches y a mi un pan francés y le ponía sólo un chile jalapeño, así me lo llevaba a la primaria. Yo lo cambiaba a otros compañeros. Ten mi lonche y dame el tuyo o si no lo golpeaba. Era mucha la agresividad que acumularon en mi corazón, que me quería desquitar con quien fuera”, lamenta.
Estudió Preparatoria Venustiano Carranza de Torreón. Reconoce que fue “porro” en el Grupo Los Apaches, ya que lo que quería era traer dinero.
De más grande trabajó en la tienda La Popular, pero su carácter no le ayudó a permanecer en el trabajo. De sus trabajos lo corrieron no sólo por su adicción, sino por ser muy explosivo. ¿Qué pasa conmigo?, se preguntaba.
Y es que para el padrino Gerardo, andar bajo el influjo de las drogas le permitía estar tranquilo, la falta de sustancia era agresivo, ante la falta de amor, cariño y comprensión.
Su consumo de drogas fue la marihuana, cocaína, piedra, el llamado supercool de la heroína, entre otros alucinógenos. ¿Consumió cristal o metanfetaminas?
“No en mis tiempos sí había sustancias de calidad, no bachán como ahora”, asegura.
Cuando los “ocultos” se muestran
Tras el consumo de drogas, Gerardo reconoce haber padecido alucinaciones.
“Siempre veía animales feroces, leones, panteras, parados junto a mi. Yo platicaba con ellos, ¿Qué quieres conmigo? Les preguntaba; estas alucinaciones, como una experiencia real y hermosa. Las alucinaciones provocadas por el supercool, la piedra o crack, y otras de calidad. No eran estos tiempos. Ahorita están vendiendo puro bachan”, asegura.
Cada sustancia me hacía ver a los ocultos, que en materia de adicciones, es toda una verdad, asegura.
Me apagaban la tele, le quitaban el cobertor del cuerpo, me tocaban la cara. Escuchaba voces que me decían “mátalos, mátalos”.
En su descripción, entra en un estado en donde detalla cómo llegó a acariciar a los animales: “Me ponía en cuclillas y me decían: No te preocupes, todo estará bien. Cómo fue posible sentir ese amor de un animal hacia mi. Yo lo acariciaba, ponía su cara en la mía. Yo sé que era El Oculto, quien me calmaba. Eran los efectos de la droga que consumía y que me hacía sentir bien y a gusto”, lamenta.
Según refiere, a la fecha, ya en sobriedad, aún le siguen los animales, los sigue viendo, en bruma y sombras.
Doy gracias a Dios que me ha dado cordura. El ejercicio ha sido parte de su vida. Aún estando en adicción activa ha dejado el deporte. Todos tenemos una misión en la vida. Yo le pedí a Dios esta misión, mi esposa y madrina me siguió.
Amor a primera vista
Sandra Cecilia escucha con detenimiento el testimonio de su esposo Gerardo a quien conoció al estar internado en el mismo lugar, junto a su hermano.
“Lo vi y fue amor a primera vista. En la situación en la que estaba, en soledad, en la derrota. Yo pasaba por una crisis. Yo soy alcohólica psicotrópica, me había ido en declive. Mi hija tenía siete años. Fui una mujer maltratada, sobajada, golpeada. Yo caigo en un cuadro agudo depresivo. Yo intente tres veces suicidarme”.
Están por cumplir 17 años juntos, y hasta la fecha seguimos siendo los mejores amigos. Él fue quien “fundó Luz de Vida. “Para mí el alcoholismo, los psicotrópicos, eran para llenar vacío de soledad”.
Al igual que el padrino Gerardo, Sandra también ve a “Los Ocultos”: “Yo duraba una semana sin tomar, pero yo veía como se me prendía la televisión a todo volumen. No me daba miedo, estaba molesta, le apagaba y me acostaba. El estéreo lo desconectaba y aún así se prendía.
En ese lapso llegas a perder la fe. Fueron noches en vela, llorando, pidiéndole a Dios. Uno cuando anda activo busca la muerte de una u otra forma”.
Lo cierto es que las múltiples imágenes religiosas que se encuentran en la recepción de este centro de rehabilitación, dan muestra de la fé y confianza que tienen en Dios, como un ancla emocional que según dicen, les ha apoyado no sólo para su rehabilitación, sino para el del resto de las personas que ahí acuden.
¿Cuál es El Punto? La ubicación que el GPS no te señala
Mejor que el sistema de posicionamiento global denominado GPS en donde plataformas como el Maps de Google han revolucionado la busqueda y localización satelital en el mundo. Sin embargo, mucho más rápido y efectivo resulta el aporte de datos y la tecnología, son las personas mismas. Esto lo comprobó “Perla Andrade”, maestra en una escuela de nivel secundaria en una colonia popular en la ciudad de Torreón.
En un ejercicio realizado al interior del aula de una de las materias en la que es titular, solicitó a sus alumnos, elaborar un cróquis desde sus casas hasta la escuela, dando señas de calles y lugares de referencia. La revisión de trabajos se presentó al día siguiente. La referencia constante, fue lo que en la mayoría de los croquis señalaban como “El Punto”, en las calles cercanas a la secundaria.
Pero ¿qué es El Punto? Para sorpresa la maestra Andrade, los mapas o croquis dibujados por los jovenes, además la referencia del nombre de las calles, estaba “El punto” en mayor numero de ocasiones.
“Ay maestra, ¿cómo que no sabe lo que es el punto? Pues es donde venden la meta”; contestó uno de ellos ante la inocente pregunta de la pedagoga. ¿Cómo no va a saber que es El Punto, pues donde se consegue la droga”.
Y es que para muchos es conocido e incluso normal, el acudir a “El Punto”, que puede ser una miscelánea, tortillería, taquería; con el señor del puesto de burros o de las gorditas. Pocos son los sitios en que aún venden drogas como marihuana. Es la meta, el cristal, el consumo de moda entre la población de este rango de edad.
Radiografia del Cristal
Si usted oye a alguien hablando de: Batu, Blade, Cristy, Cristal, Vasos de cristal, Hanyak, Hiropon, hielo caliente, LA vidrio, LA hielo, Cuarzo, Shabu, Super hielo, Tina, ventana, hielo, vidrio – es muy posible que se esté habland del cristal.
El consumo de crystal meth (cristal metanfetamina) crea un daño severo mental y físico. Los consumidores pueden seguir abusando de esta droga durante varios días, sin comer ni dormir.
Estos atracones suelen ir seguidos de un hundimiento, lo que significa que el consumidor se derrumba y se queda dormido durante días.
Cuando los consumidores se despiertan, suelen estar tan agotados que se encuentran deprimidos e irracionales. Los consumidores crónicos a menudo comienzan a mostrar un comportamiento agresivo, paranoico y violento.
Ellos pueden estar confusos, e incluso psicóticos, y sufren de insomnio. Los síntomas mentales pueden durar años después de que una persona ha dejado de consumir la droga.
El consumo crónico puede dañar los vasos sanguíneos y el corazón, aumentando el riesgo de accidente cerebrovascular y de ataque cardíaco. Al inyectarse cristal meth, los consumidores corren el riesgo de sufrir un colapso de las venas, de abscesos, neumonía o enfermedades de transmisión sanguínea.
Fuente: Portal Narconon.com