Por Victoria Pérez
Los seres humanos solemos trabajar en grupos ya sea en mínima o gran cantidad, y es común que existan desacuerdos entre nosotros, pero ¿cómo afecta esto en tu trabajo como bailarín? Podríamos creer que es fácil ocultar un ambiente de trabajo hostil, pero no es así, los bailarines exponemos nuestra alma, esencia, experiencia de vida, ya sea poca o mucha en el escenario y ahí es donde todo, lo bueno y lo malo sale a relucir.
Pero, ¿qué es un ambiente de trabajo hostil? A mí punto de vista, para cada bailarín es diferente, un grupo donde constantemente se juzga tu herramienta de trabajo la cual e tu cuerpo, tu mentalidad e incluso tu forma de bailar no representa para mí un buen ambiente de trabajo, ya que cada uno de nosotros tenemos una manera distinta de abordar y asumir la danza, seamos conscientes de que existen maestros de “la vieja escuela” los cuales son estrictos y están acostumbrados a otro método de aprendizaje, esto de ninguna manera justifica las faltas de respeto ni los comentarios negativos acerca de nuestro cuerpo.
Esto lo único que hace es desmotivar y alejar en parte a los jóvenes que comienzan con este maravilloso trayecto, en lugar de eso podríamos incentivar un entrenamiento productivo y darles las herramientas para trabajar su cuerpo y que logren su objetivo personal atendiendo a las capacidades corporales.
Otra situación podría darse entre compañeros de trabajo, es decir, nuestros compañeros de escena. En este gremio como en cualquier otro existe la competencia y podría existir cierta rivalidad entre los bailarines, pero una cosa es esa competencia que todos deberíamos abordar para con uno mismo, la cual nos empuja a trabajar más y, por lo tanto, obtenemos mejores resultados y otra cosa es la competitividad entre compañeros la que, a mi parecer es obsoleta, es incluso desgastante concentrarse cien por ciento en el trabajo del compañero y por ende descuidar el nuestro.
En lugar de eso, podemos observar, aprender y tomar como ejemplo lo que los demás se esfuerzan por lograr lo mejor posible, ya que estamos envueltos en el mismo ámbito y considero que deberíamos apoyarnos los unos a los otros, recordando siempre nuestro objetivo, ofrecer mejoras en la sociedad por medio de nuestra protesta artística y cultural.
Es por eso que, como bailarina es difícil y es triste trabajar con bailarines que olvidaron sus objetivos personales. Soy consciente que esto no sucede solo en la danza y que no es posible socializar en un ambiente completamente ameno, pero también creo que todo depende de la actitud y la madurez con la que afrontamos y respetamos nuestro trabajo y el de cada uno de nuestros colegas.
Los invito a realizar un ejercicio de reflexión, donde podamos indagar ¿qué me hace falta a mí para que crezcamos más como sociedad?