Convocado por SACO 1.0 Bienal de Arte Contemporáneo, y con una pieza de arte conceptual que elaboró en una semana, el artista plástico Miguel Sifuentes viajó a Santiago de Chile para participar en la muestra que se desarrolló en octubre, participando junto con seis artistas seleccionados de un total de 223 que enviaron propuestas para la exposición “Aluvión: a 30 años de uno de los fines del mundo”.
“Esa convocatoria ya tiene varios años, hace dos años también participé y estaba pendiente a ver cuándo salía; fue como para mediados de marzo y me puse a enviar todos los documentos requeridos para poder aplicar. La propuesta es en Antofagasta, Chile, ahí se hace un encuentro cada dos años en un muelle histórico, Melbourne Clark”.
La propuesta de Sifuentes es un marco o portal a tamaño real hecho con cartón y papel al que le colocó una chapa de seguridad de metal. La obra quedó instalada el centro del muelle de tal manera que la puerta pudo ser abierta por las personas interesadas en este escenario. De acuerdo al artista, se trata de un espacio simbólico donde se reflexiona en torno a la supuesta seguridad que representa el hogar.
Para desarrollar la obra contó con un tiempo definido, pero con la posibilidad de incentivar una dinámica de colaboración entre los participantes. Como todos sus compañeros, Sifuentes debió viajar y permanecer por un tiempo en observación como medida preventiva para evitar la propagación de la Covid-19, y posterior, debió desarrollar su propuesta.
“El umbral de cartón, con una puerta de cartón y papel y una chapa de seguridad máxima de metal recrea un reflejo de la ilusión que tenemos cuando creemos estar a salvo en la casa, la ilusión de seguridad. Esto surgió a raíz de un proyecto que tuve en el FONCA en el 2015, que se basaba en la violencia que vivimos a partir del 2009 y donde resaltaba la ilusión que tenemos de que algo nos va a proteger en un momento de fuerza descomunal como fue la violencia en ese momento y que también se vio reflejada ahora con el Covid-19”.
Dentro del concepto de la obra también se oculta el sentimiento de vulnerabilidad colectiva. Desdibujadas las clases sociales en el umbral del hogar, en el ambiente que se suscribe el trabajo de este artista, gira la idea de que todos somos susceptibles de morir ante un disparo dirigido o de bala perdida, pero también por la presencia de un nuevo virus que ha generado una pandemia global y ha acabado con la vida de millones de personas.
La puerta en la obra de Sifuentes cobra relevancia en el tiempo y espacio; entre el estar dentro o fuera sin saber a ciencia cierta de qué lado estará realmente la seguridad.
“En el 2015 con el proyecto del FONCA fueron unas puertas. A mi círculo cercano de conocidos, no necesariamente amigos, a todos les tocó algo, entonces cada uno aportó su testimonio de lo que le había ocurrido y fueron 15 testimonios que evidenciaron que a pesar de no andar ‘en malos pasos’ a ellos les tocó vivir la violencia, cosa que afectaba el círculo personal.
“Yo les daba una puerta y ellos me daban otra, con el intercambio yo los retrataba al óleo de un lado y ellos escribían su testimonio del otro lado. Yo me quedé con sus puertas y están en espera de una exposición, ya tengo un lugar y esperamos la fecha para montarla”.
Para Miguel Sifuentes la puerta representa en sí misma a una persona que vive el dilema de estar entre el interior o exterior; entre su ser o el deber ser, es decir, lo que le es demandado por los demás y los deseos o anhelos, muchas veces ocultos por temor al juicio público.
Los resultados de la obra
La frágil y al mismo tiempo blindada puerta se colocó en el muelle de Melbourne Clark pues al estar expuesta, el artista la dejó a merced del sol, el aire, la lluvia o la humedad, pero también de las personas que quisieron interactuar con su obra. Así fue abierta y traspasada, surrealista, incluso por una pareja de recién casados que al interactuar con la obra emularon el desafío de compartir el domicilio con una nueva vida y el nuevo hogar.
“La idea era ponerla en el muelle, a la intemperie para que la misma brisa y el aire pudiera llegar a afectarla. O incluso como está al aire libre, en el tránsito la gente puede interactuar con ella, la puede abrir, cerrar, jugar si acaso, rodearla o accidentarse, pueden llegar a romperla incluso… La puerta está disponible pero al mismo tiempo frágil, vulnerable. La intención era simbólicamente una referencia del cómo también nos acercaremos a las personas, si llegas y violentas a alguien o lo tratas con respeto.
“Si llegas y la rodeas, depende del acercamiento que quieras tener con cada quien. Nosotros por más que nos creamos seguros en algún lugar, que pongamos chapas, rejas y estemos en nuestra casa, estamos expuestos a un cataclismo o a la llegada de un ladrón que te despoja, no sólo de objetos sino de tu seguridad al violentarte”.
El juego entre lo público y lo privado aparece en la escena de la puerta. Al colocarla en el muelle, fuera de sitio y de lógica aparente, cualquiera puede llegar con la intención de modificarla. Justo es lo que pasa con las personas que deberían sentirse seguras tanto en un espacio público como privado. Más aún en el hogar, pero la intimidad también resguarda algunas asechanzas.
“A la casa puede llegar un amigo para incomodarte o para alegrarte el día, lo mismo ocurre con un extraño que toca a tu puerta. Puede llegar un ladrón, la misma lluvia que se filtra y gotea en tu casa. Por más que le des tu confianza a la gente no sabemos al final de cuentas qué pasará. La puerta sigue en Chile, estará expuesta hasta diciembre, si no la rompió el viento o si no pasó nada con ella, si sigue, van a romperla, destruirla”.
Miguel Sifuentes confirmó que para la confección dedicó cuatro días, la beca permitió una estancia en Santiago de Chile de nueve días, pero éstos se prolongaron porque los artistas invitados tuvieron que estar una semana en cuarentena.
“Para ingresar a Chile tienes muchos requerimientos y uno de ellos es quedarte en resguardo por siete días. Al montar la obra fue bonita la interacción porque como fue la primera pieza que se instaló en la entrada del muelle, llegó la gente y comenzó a jugar, a interactuar con ella, y es curioso cómo simbólicamente puede interpretarse como algo negativo, como la vulnerabilidad, pero llegó un matrimonio y empezó a tomarse fotografías allí”.
Con múltiples lecturas, la puerta se abrió y fue cerrada en muchas ocasiones. Y así como algunas personas decidieron entrar y quedarse, siendo parte de la obra por algún momento, otros retomaron sus pasos para salir de ella. El juego fue por partida doble.
Al artista se le preguntó qué podría pasarle a esa puerta en Torreón, la ciudad donde vive, que no le ocurriera en Santiago de Chile. Él respondió que lo averiguará pronto porque realizará la instalación y la dejará en un espacio público, a riesgo de que desaparezca como lo hicieron dos esculturas que ornamentaban fuentes en la Plaza de Armas, sitio por demás vigilado por la policía municipal.