En un mundo primordialmente masculino, las fotografías de Lourdes Grobet le dieron identidad a la lucha libre nacional. Es por ello que no resulta extraño que Alfonso Morales Carrillo, Gustavo Fuentes y Juan Manuel Aurrecoechea realizaran una selección e investigación sobre la obra de Grobet que derivó en el magnífico libro titulado “Espectacular de lucha libre” editado por Trilce y Océano en el año 2005.
Recientemente el Museo Arocena abrió sus puertas para exhibir la exposición “Katharsis, imágenes de la lucha libre en México, 1940-2007” donde las fotos de Grobet y otros autores de la lente, exploran en amplitud y profundidad a los protagonistas pero también sus espacios íntimos, familiares y sociales, enfocándolos fuera de la arena para elevar la parte humana de estos obreros del espectáculo dentro del cuadrilátero.
Fue el jueves 24 de marzo cuando se inauguró esta exposición en el Anexo Edififio Russek contando con la presencia de Héctor Orozco, curador de los acervos fotográficos de Fundación Televisa. La muestra permanecerá disponible al público hasta el próximo 24 de julio y se recomienda ampliamente por sus múltiples lecturas.
Pura cultura… popular
En palabras de Carlos Mosiváis, la lucha libre es popular porque la forma no pretende engañar a la función (el estilo es el mensaje), porque la fanaticada en su metamorfosis se vuelve un tribunal romano de circo, porque las pretensiones en la aglomeración resultan de todos y de nadie, porque la ropa no engaña ni desengaña, porque los acontecimientos inesperados provocan un júbilo de sobremesa, porque se puede ser un ídolo sin estilo pero no sin estilacho.
En su ensayo titulado “De la lucha libre como olimpo enmascarado”, Monsiváis hace un homenaje al ojo de Grobet como artista pero también a su paisaje y establece que en un periodo no mayor de cuarenta años, la inventiva popular latinoamericana asume ofrecimientos y devuelve instituciones del gusto, se introduce en sitios de la insuficiencia o la sordidez y los transforma en espacios fundacionales. Y la credibilidad es don de los participantes y los frecuentadores de la cultura popular que de otro modo, de juzgar críticamente sus pasiones, creerían haber vivido en vano.
Es por ello que el cronista afirmó que en la lucha libre, el cuerpo, así se desborde en el sobrepeso y sea una invasión territorial a su modo, es propuesta de integración y complicidad, y por eso las expresiones de agonía son por fuerza escultóricas.
Del Museo Arocena
El Museo Arocena le da así pues la bienvenida al curioso pero también al amante de este espectáculo donde se afirma que junto con los primeros luchadores, surgieron también innumerables fotógrafos, profesionales y aficionados, célebres y anónimos.
A través de su lente ellos heredaron instantáneas combativas de un espejo en el que todo mexicano se ve reflejado: cada uno de nosotros elige internamente su faceta de técnico, rudo o exótico, y se eleva por un momento más allá del mundo cotidiano para entrar, parafraseando al filósofo Roland Barthes, en un espectáculo tan catártico como el que proponían los trágicos griegos.
La vasta y extraordinaria colección fotográfica de Fundación Televisa permite reconstruir esta larga historia visual de rituales, sangre, poses y máscaras; tanto en su vertiente presencial como en su paso al celuloide.
En las fotografías mostradas se suceden más de 120 luchadores y luchadoras, de entre los cuales se destaca el Enmascarado de Plata, que celebra este año el octogésimo aniversario de haberse subido al ring por vez primera. La entrada a la exposición es libre pero con aforo limitado.