Por José Tapia
“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en una alimaña”.
Así comienza una de las mejores novelas de Franz Kafka, La Metamorfosis, una obra con la que guarda ciertas similitudes Parásitos (2019).
“Tanto Kim Taek como su familia están sin trabajo. Cuando su hijo mayor, Kim Woo, empieza a impartir clases particulares en la adinerada casa de los Park, las dos familias, que tienen mucho en común pese a pertenecer a dos mundos totalmente distintos, entablan una relación de resultados imprevisibles.”, es como la reseña Netflix a través de su plataforma.
Parásitos, es la última película de Joon Bong Ho, quien la ha descrito como una tragicomedia familiar, aunque no niega que pueda tratarse como una comedia negra o un thriller cuyo impacto en la conversación mundial es innegable.
A lo largo de su filmografía, Joon Bong Ho se ha caracterizado por narrar sus historias, explorando distintos géneros sin temor alguno a mezclarlos, logrando resultados extraordinarios sin romper el ritmo, la tensión o la fluidez, reinventando algunos de ellos, el cine de monstruos (The Host, 2006), thriller (Memories of a murder, 2003) o ciencia ficción (Snowpiercer, 2013), filmes que sirvieron de preámbulo para resultar en la producción de esta obra maestra; una fábula de la cotidianeidad, la familia, la lucha de clases, el poder y la supervivencia.
Durante las poco más de dos horas que dura el filme, nos narra las aventuras y desventuras de los Kim, una familia de clase baja, y los Park, una de nuevos ricos, donde las distintas interacciones que suceden entre los integrantes de dichas familias, terminarán por disparar un sinfín de situaciones de todo tipo.
Uno de los mayores aciertos del director, es no tener algún individuo como protagonista, sino más bien el protagonismo es colectivo, jugando con los grupos de los personajes en momentos, lo que le da una dinámica interesante a la historia.
Si hubiera un solo protagonista sería la casa, la cual fue diseñada y construida para el rodaje, donde cada espacio, cada rincón, está pensado para su filmación e iluminación en distintas circunstancias del filme. Y cómo no habría de ser tan meticuloso en una cinta tan personal para Bong Ho, donde ha de cuidar de manera minuciosa cada detalle en una joya como lo es Parásitos.
Joon menciona que al finalizar la filmación quedó totalmente agotado, incluso más que sus anteriores producciones, por lo que se tomó una pausa, misma que habrá de interrumpirse próximamente con la grabación de Mickey7, producida por Warner Bros, aún sin fecha de producción.
En esta cinta, el reparto es liderado por Song Kang Ho, siendo uno de sus actores más emblemáticos, mismo con el que ha colaborado en otras cuatro películas, quien a la vez es considerado el mejor actor coreano de la actualidad, y para no pocos, de toda la historia, ya sea por la versatilidad de sus actuaciones.
Su rostro capaz de reflejar y encarnar toda la gama de emociones de manera creíble, por haber actuado a las órdenes de la elite contemporánea cinematográfica coreana a cargo de Lee Chang-dong, Park Chan-wook, Kim Jee-woon y, por supuesto, Bong Joon-ho, o al ser el rostro reconocible del cine coreano actual a través de algunas de las películas surcoreanas internacionalmente más reconocidas (Memorias de un asesino, 2003, The Host, 2006, A taxi driver, 2017, Sado, 2015, Snowpiercer, 2013, The Foul King, 2000, The Weird, 2008). Si el cine coreano contemporáneo pudiera tener un rostro, sería el suyo.
Capitalismo, ¿quiénes son los verdaderos parásitos?
“A pesar de su triste y repulsivo aspecto, era un miembro de la familia al que no se podía tratar como a un enemigo” Kafka, La Metamorfosis
“Entonces nos estamos sumergiendo, wow, esto es tan metafórico”, menciona Kim Woo a la media hora de la película para resaltar lo que está transcurriendo en ese momento, rompiendo la cuarta pared con el espectador, herramienta de la que hace uso Bong Ho en un par de ocasiones más.
A manera de metáfora, los supuestos parásitos se van adueñando de la casa, incursionando desde distintas disciplinas y oficios.
La película podríamos dividirla en cuatro partes: la primera, la introducción de los personajes, la segunda, el ascenso de la familia Kim, la tercera, el drama y el suspenso, y la cuarta, conclusión, clímax y cierre aderezada por una violencia inesperada y una cierta desesperanza, donde la metamorfosis termina de cobrar forma de manera abrupta, y aunque, de acuerdo al guion original, el final del filme no es tan desolador como en este.
Para la primer media hora ya se ha presentado a (casi) todos los personajes, mismos que empezaran a entretejer las relaciones que a la postre derivaran en distintos nudos y desenlaces dentro de la trama. La metamorfosis está en desarrollo.
Los Park, por una parte subestimarán a los Kim al ser sus subordinados. Cada toma cuenta, y en cada una de ellas se retratan los paralelismos entre la vida de los personajes, así como de la estratificación y juegos de poder en que se ven inmersos en distintas circunstancias, todo a través de una fotografía precisa, dinámica e impecable a cargo de Alex Hong Kyung-Pyo, con quien ya había colaborado en anteriores ocasiones (Mother, 2009, Snowpiercer, 2013).
Una de las metáforas y simbolismos más socorridos en el guion, es el del olor, pues en reiteradas ocasiones hacen mención de ello. “La ropa empezará a oler”, “no aguanto su olor”, “huelen igual”, entre otras líneas, son las que dan fe de ello.
En otra escena, la señora Park se muestra renuente a agarrarle la mano al Señor Kim después de tener complicidad en cierto evento, mirándole con incomodidad e algo de incredulidad.
Probablemente la más poderosa metáfora a la que recurre Bong Ho en el filme, sea el de la lluvia, que divide y da inicio al último arco argumental de la trama.
Por un lado, mientras para una familia la lluvia representa una especie de alivio, un baño que lava las inmundicias y los malos olores, para la otra familia no es más que el desencadenante de una tragedia por demás natural, sobre todo cuando no se cuenta con los recursos para afrontarlo.
Relata el director que se inspiró en sus propias vivencias personales. En algún momento de su juventud fue profesor particular, y en algunas entrevistas cuenta la extrañeza de la situación, al verse a sí mismo como alguien ajeno a la realidad de la familia para la que trabajaba, que vivían en un mundo al que no pertenecía.
La lucha de clases sociales y sus divisiones, así como las consecuencias de ello, son temas que suele abordar en su filmografía (The Host, 2006, Snowpiercer, 2013, Mother, 2009, Okja, 2017, entre otras), y en esta película no es la excepción.
Es una película que retrata una realidad más allá de la ficción, pues es una historia que podría ocurrir en cualquier lugar del mundo, dicha característica le permite ser una historia universal y actual que justifica en buena medida su éxito internacional.
El cine después de Bong Joon Ho
“Quizás convivimos en el mismo laberinto de caminos misteriosos en los que el peregrinó austeramente sin llegar nunca a encontrar una salida.” Kafka, La Metamorfosis
Tras su debut en 2019, los números eran reservados para hablar de un éxito comercial. Pero pasada la temporada de premios esto fue cambiando.
Con una producción cercana a los 13.5 millones de dólares, logró recaudar más de 254 millones en los cines de todo el mundo, contando con algunos reestrenos conforme los galardones iban siendo cosechados, alcanzando cifras records de asistencia a las salas de cine en Corea del Sur, y de recaudación para una película coreana en el extranjero, siendo todo un fenómeno comercial y cultural.
El cine coreano hizo historia con Parásitos (2019) de la mano de Bong Joon Ho y su actor insignia Song Kang Ho al ser la primer película coreana en ganar la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes.
El largometraje fue laureado en los circuitos de festivales, en los BAFTA entre otras premiaciones de la industria cinematográfica, abriendo nuevamente el debate sobre la occidentalización del cine y los criterios de los diversos festivales, premiaciones y ceremonias de la industria alrededor del mundo para otorgar dichos reconocimientos.
Ha sido la sexta película en la historia de los Premios de la Academia nominada en las categorías a Mejor Película y Mejor película extranjera y la primera en ganar.
Si bien ya había filmes de directores de distintas nacionalidades con el premio a Mejor Película en los Oscar (The Revenant, 2015, por ejemplo, del director mexicano González Iñarritu), Parasite logra un hito en la industria cinematográfica al ser la primer película en lengua no inglesa en su totalidad, en llevarse el galardón, y no solo eso, sino algunos de los principales premios de la noche fueron también para la producción coreana, ganando Mejor película extranjera, Mejor guion original y Mejor Dirección, arrasando en la 92° edición de los premios Oscar y siendo aplaudida e incluso ovacionada por los asistentes a la gala en cada ocasión.
Bien es sabido, que existe la llamada “ola coreana” (Korean Wave o Hallyu), un movimiento cultural que se ha ido asentando en la industria del entretenimiento proveniente de Corea del Sur y que está conquistando los mercados de todo el orbe desde distintas plataformas.
Su prominente desarrollo se entiende por una serie de políticas que fueron dadas por sucesivas políticas en favor de la promoción cultural en 1999 en dicho país.
Por un frente, y desde hace tiempo imponiendo condiciones y nuevos estándares en la industria musical, viene el K-pop, liderada por Blackpink, Bangtan (BTS), EXO y Twice dentro de sus principales y más visibles exponentes en la actualidad debido a su éxito mediático y comercial.
El cine, por otra parte, impulsado en gran medida por la “madrina del cine surcoreano”, Miky Lee, capitalizado con el Oscar a Mejor película de Parasite (2019).
Y en la otra esquina, los doramas (o k-dramas, series generalmente de drama), como muestra reciente tenemos Los Juegos del Calamar (Squid Game, Netflix, 2020) que rompió todos los records de audiencia de la plataforma de streaming, siendo la más exitosa a nivel global durante algunas semanas.
Bong Ho ya había tenido acercamientos con el cine de occidente (Snowpiercer, 2013; Okja, 2017), y no es un personaje desconocido para la industria hollywoodense, ya que además cuenta con el respaldo de su productora, la madrina del cine surcoreano, Miky Lee; nieta del fundador de Samsung y CEO de CJ Entertainment, compañía de producción detrás del filme, con quien había trabajado previamente (Snowpiercer 2013).
La película terminó por eclipsar a los estudios Hollywoodenses tradicionales en todos los rubros, siendo esta una de las razones detrás de las ovaciones dadas en la gala de los Oscares, pues en la época moderna de la ceremonia, no existía película nominada que fuera tan clara merecedora de dicho galardón.
La relación de Bong Ho con Hollywood, misma que se ha visto estrechada después de lo logrado en Parásitos se verá una vez más hermanada con el nuevo filme del director, Mickey7, largometraje producido por Warner Bros basado en la novela homónima de ciencia ficción de Edward Ashton (libro aún por publicarse el 15 de febrero del 2022), y que los rumores indican que será protagonizada por Robert Pattinson (Batman, 2022, El Faro, Tenet, 2020), sin fecha tentativa aún para su rodaje, en gran parte debido a los efectos de la pandemia de Covid-19.
Parásitos es una bala que perfora todos los estratos sociales, recorriendo al espectador por su medula hasta llegar a los pies, haciéndose cuestionar ese clasismo que permea nuestra sociedad y que ha sido normalizado por tanto tiempo en nuestra cultura contemporánea narrada a través de esta fábula novedosa que se expresa entremezclando humor negro, frustración y una aguda crítica social.
La película se encuentra disponible en Netflix, con una duración de poco más de dos horas, y es un clásico contemporáneo que vale la pena ver al menos un par de veces.