La ciudad como parte de la zona metropolitana se beneficia sólo en el papel. Sus mujeres viven la desatención
El embarazo adolescente, el consumo de drogas y la falta de políticas públicas que promuevan el aprendizaje extraescolar y el esparcimiento a través del deporte y la cultura, hacen estragos entre las infancias, los jóvenes y particularmente entre las mujeres de la ciudad de Matamoros, tan lejos de dios y tan cercano a Torreón.
Si bien Matamoros forma parte de la zona metropolitana de la Comarca Lagunera, no goza de las mismas atenciones que reciben los municipios de Torreón, en Coahuila, o Gómez Palacio y Lerdo, ambos en el estado de Durango. Y esta panorámica, desde el activismo también reporta inaccesibilidad a recursos.
La psicóloga clínica y activista feminista Adriana Teresa Romo Salado, fundadora de la Red de Mujeres de la Laguna, explicó en contexto que la desatención se observa en las formas en que deben trabajar las colectivas en esa ciudad, pues dijo, pareciera que se sigue considerando a Matamoros como un municipio aparte, fuera del contexto metropolitano, aunque prácticamente esté pegado a Torreón y los habitantes compartan trabajos e instituciones.
En cuanto a los índices delictivos es también relativamente fácil desviar la atención de lo esencial. Romo Salado apuntó que si bien la estadística puede brindar un parámetro, existe un subregistro. Y en el rubro de violencia familiar el registro es el menor certero porque la violencia es expansiva.
“Al momento en que las personas van a denunciar violencia familiar, porque lo hemos visto nosotras, a veces levantan la denuncia por violencia familiar, sin especificar o desagregar porque hablar de violencia familiar, según su definición, es cualquier miembro de la familia que la cometa en contra de otro miembro, en línea ascendente o descendente.
“Muchas veces la violencia se da hacia los adultos mayores dentro de una familia y eso pocas veces se denuncia, o cuando hay violencia hacia los menores, que son gritos, golpes o insultos, o la privación de algunos cuidados, y eso tampoco se denuncia como violencia familiar”.
Si estas acciones se pueden pensar comunes, en el terreno de la estadística se vuelve casi imposible el establecer el delito de violación cometido por la pareja. Sencillamente no se denuncia si no existe violencia física que ponga en peligro la vida. Así también la violencia psicológica se invisibiliza aunque los gritos y los insultos sean constantes y sean apenas el detonador de otras agresiones.
“Las mujeres además pueden ir y denunciar eso, pero muy raramente dicen cuál es el comportamiento, es decir, si es violento y se extiende hacia los hijos, las hijas, o cuando viven personas adultas mayores. Es un delito, y es probablemente el tipo de violencia que más se denuncia pero creo que opaca otro tipo de violencias o diluye la magnitud de los problemas”.
La psicóloga apunta, en esos contextos generalmente la violencia se expande a los hijos, sea abuso físico, emocional o sexual, hechos que son denunciados por personas o familiares externos del núcleo.
“A lo que voy es que siempre hay un subregistro de violencia familiar porque aparte no se desglosa bien o se investiga qué tipo de violencia se ejerce específicamente cuando hablan de violencia familiar, de acuerdo a las definiciones que da la Ley de Acceso”.
El cristal en el tejido social
La responsabilidad sobre el consumo de drogas que están disponibles en las calles, se le adjudica invariablemente al descuido familiar cuando es sabido que la permisividad vuelve cómplices a los gobernantes, sean municipales, estatales y federales.
Y en ese terreno son los gobiernos los que, ante la falta de presupuestos, omiten dar una respuesta en el terreno de la salud pública pues se ven rebasados ante el desastre social. En el caso del consumo de cristal, masificado a lo largo y ancho del país, Adriana Romo apuntó provoca una mayor irritabilidad acompañada de un menor control de impulsos.
“La drogadicción está criminalizada cuando en realidad se debe tratar como un problema de salud mental y tampoco se toman medidas. Cuando prospera el proceso de la denuncia por violencia familiar y llega ante un juez o un tribunal, obviamente si la persona es encontrada culpable se le sanciona según la ley, pero sigue sin atenderse uno de los factores que predisponen a la violencia familiar como lo es el abuso de sustancias. A las personas no se les integra a programas de rehabilitación.
“En Matamoros, aunque ya hay un Centro de Justicia, pero por referencia de las personas que viven allá sabemos que pues sí es más difícil el acceso a la justicia. El acceso de las mujeres a la atención y denuncia es complicado, me da la impresión de que a nivel de presupuestos y recursos, a Matamoros se le sigue viendo como una zona suburbana, sin tomar en cuenta el desarrollo y el crecimiento que ha tenido la ciudad”.
Romo Salado detalló que siendo un municipio territorialmente más grande que Torreón, donde existen aún muchas zonas rurales, ni siquiera se puede acceder a recursos para establecer un albergue para mujeres maltratadas.
“Matamoros ha crecido desordenadamente, mucho más que Torreón. Yo no sé qué tan perjudicial es que esté tan cerca de Torreón. Estos son datos extraoficiales. Una mujer joven intentó, quiere e inició un albergue para mujeres que viven violencia, es un refugio. Creo que en la administración pasada logró un acuerdo con el ayuntamiento para que le dieran algo de apoyos.
“Resulta que la chica lo quiso inscribir en la Red Nacional de Refugios, que por ser una red, muchos de los recursos los gestionan. Pues la Red Nacional no la ha querido inscribir porque Matamoros está muy cerca de Torreón y acá ya está Musas y ya tiene muchos años, por eso le sugirieron que cambiara el domicilio del refugio a la parte de Durango, que tampoco está mal porque allá no hay. Pero la muchacha es de Matamoros y ella quería hacer algo por su gente, por su ciudad pero no lo va a poder hacer”.
Romo Salado indicó que a la fecha el trabajo de defensores y activistas depende de financiamientos externos debido a los recortes o incluso la cancelación de recursos que realiza el gobierno federal actual. Y el caso de la ciudad de Matamoros, es un claro ejemplo de cómo se pueden dificultar las cosas cuando se trata de la protección de la mujer.
“Muchas veces todavía es necesario que la gente de Matamoros, las mujeres, vengan a Torreón. Ya existe un centro de justicia, supone una gran ventaja, pero de todas maneras no es fácil, sobre todo en las zonas más alejadas del municipio, hay muchas zonas rurales, sí tienen un grave problema del consumo de sustancias.
“A finales del año antepasado estuve trabajando con algunas escuelas preparatorias de Matamoros y Torreón. Sí fuí a varias escuelas preparatorias de zonas rurales como los Cebetas y efectivamente hay una deserción escolar tremenda, la mayoría por embarazo adolescente, consumo de sustancias y por la situación de pobreza donde los chavos tienen que empezar a trabajar”.
La única vía de trascendencia puesta en los hijos
En dicho rubro la psicóloga confirmó que el índice de deserción alcanza el 50 por ciento y de los muchachos que logran concluir la preparatoria, sólo el 2 por ciento ingresa a la universidad. Antes de que puedan dan el salto aparece el embarazo adolescente, el consumo de drogas y el trabajo forzado ante la pobreza.
Y es allí cuando se cuestionan las políticas públicas toda vez que los acuerdos metropolitanos alcanzaron para la instalación de un metrobús que a todas luces ha sido una obra fraudulenta, sin que se piense en la dotación de agua en las comunidades más desprotegidas. O en que los rubros de educación o cultura se expandan a los jóvenes que menos recursos tienen.
“Los programas de deportes, cultura y esparcimiento no llegan. A mí me molesta cuando dicen que les dieron la beca del bienestar y van y se compran un teléfono y unas caguamas. Yo digo ¿qué querías que hicieran? son adolescentes. A los quince años no se piensa en guardar dinero para ir a la escuela. ¿Qué otras alternativas les ofreces? En las comunidades rurales se les acabó el campo y a esas familias se les acabó la vida. La única expectativa es ir a la maquila y ganar mil 200 pesos a la semana.
“Mucho del embarazo adolescente tiene que ver con ese vacío, el no tener una expectativa ni un sentido de vida y entonces lo vuelcan en el ser mamá o papá porque no hay más; la expectativa es el yo no voy a ser nada de mi vida, trasciendo a través de los hijos. Sigue esa idea del amor romántico, por eso las niñas de 13 0 14 años les preguntas si lo quieren tener y muchas te van a decir que sí porque es lo único que le está dando sentido a su vida, claro que ellas no saben y no piensan en todo lo que viene en el futuro pero desafortunadamente así es”.