Por Victoria Pérez
Se podría creer que uno como bailarín jamás está conforme con su trabajo y que, por lo tanto, estamos en un conflicto constante luchando por mejorar día a día. Por el lado de la técnica, claro que es y debería ser así, pero que hay de nuestra interpretación y carácter en el escenario ¿Realmente lo trabajamos tanto como nuestra técnica?
La interpretación debería ser prácticamente sencilla, es decir, recordemos que somos humanos y que, por lo tanto, tenemos una vida que debemos atender, porque al final del día lo que se busca en el arte es plasmar y transmitir nuestros sentimientos mediante nuestro trabajo.
Y esto en teoría debería ser sencillo, pero, tomemos en cuenta que esto implica una búsqueda interna, que no todos son capaces de realizar, Ya que estamos hablando de una exposición total de nuestro ser.
Exposición que se une con otros elementos como el movimiento, la música y la mirada del público, nuestro maravilloso receptor.
Cuando hablamos de la interpretación y las vivencias de un bailarín, también deberíamos tomar en cuenta que esto es un trabajo de años, canalizar y controlar nuestros sentimientos para que salgan de la forma que nosotros así lo queramos.
No es trabajo sencillo, pero al momento de ver danza se agradece cuando un bailarín nos hace llorar, reír o incluso enojarnos.
Así que una vez que se tiene la técnica a nosotros como intérpretes nos toca olvidarnos de eso y concentrarnos en nuestro discurso ¿Qué quiero decir hoy?
No nos olvidemos que el público es pieza importante para que nuestro trabajo cumpla su objetivo, así que no olvidemos que si ellos no sienten nada será muy difícil que regresen a ver danza una segunda vez.
Cómo bailarines e intérpretes tenemos ese compromiso que en mi opinión debería ser primordial y complementario a la técnica.