Si tienen oportunidad, siéntense en el suelo, Y si observan un brazo de río vivo cercano, desnuden sus pies e intérnense a él con respeto. Vayan a la parcela y platiquen con el ejidatario que cultivó esas hermosas flores que el pasado 2 de noviembre honraron la tumba de nuestros antepasados. Ellos también con su trabajo le aportan a nuestra vida con los alimentos que cosechan en el campo.
Conversen con la maestra, con el músico que alegra nuestras fiestas o tiende un puente de comunicación con nuestros dioses. Entusiásmense con las personas que danzan y que cantan. En la intimidad de sus hogares o en las redes sociales que han tendido, abran el álbum de fotos y reconózcanse como parte vital de una familia, de una comunidad.
Échenle una mano al migrante sin ningún tipo de temor o titubeo. Que los cristianos aprendan a adorar al recién nacido fuera del pesebre y veneren a la sagrada familia dando abrigo y alimento a su hermano hondureño, al que llega montado en La Bestia y baja confundido en Torreón; a esas familias que piden monedas en un crucero para apaciguar el hambre y restituir fuerzas para llegar a la frontera franqueada por el muro más grande del mundo.
Aprecien la diversidad en los colores de la piel y desdibujen el miedo a la sexualidad y las preferencias. Erradiquen el odio a la determinación legítima que deben poseer las mujeres de ser solo ellas las que decidan en libertad entregar su vida a la maternidad o no hacerlo. Amen a sus mujeres y pretendan protegerlas como sus madres, hijas, hermanas, sobrinas, tías, abuelas y amigas. Y que las mujeres continúen protegiendo a sus hombres bajo la misma idea.
Dejen que el mercado especule sobre el valor de los objetos y sean ustedes los que otorguen el verdadero valor a la presencia humana para entender el poder de la vida y sus cambios.
Esta es nuestra carta de intención. Nosotros abriremos los ojos para capturar la imagen y escribir la historia.
Abriremos también los archivos: los libros, los diarios, las hemerotecas, los expedientes y las cuentas públicas. Estamos dispuestos a escuchar la historia a través de sus documentos, el dato duro, verificable, y de las fuentes vivas.
Así pues prestaremos oído a las voces de quienes han sido los menospreciados, desplazados o confinados al silencio. A quienes son borrados de la historia y se les ha tratado como el último eslabón social, ejército de reserva, personas desechables, ciudadanos de tercera o que han engrosado la estadística de lo que los gobiernos han considerado como sus daños colaterales.
Nos interesa que hablen los muertos y los desaparecidos a través de sus familias, de los activistas y sus buscadoras. Que hablen sus huérfanos también.
Que hable el obrero y la obrera, la campesina, el profesor. El defensor de la naturaleza, la activista, el artista y también como parte activa de la sociedad aquel empleador, comerciante y empresario que no pretenda la obtención de riqueza (esos capitanes de capitales) dejando tras su paso pobreza social, desamparo humano y muerte ambiental.
Tenemos el propósito de colocar nuestro interés en la belleza de nuestro entorno y la lucha por su preservación. Hacer la crónica de nuestra gente a través de sus oficios y su cultura. Hablar y escribir del amor que aún transpiran sus pueblos, los usos, costumbres y tradiciones.
Tenemos empeñada la palabra y la mirada en esta apuesta y queremos que nos ayuden a construir otra forma de comunicarnos y de reconocernos. Estamos agradecidos con nuestras vidas y nuestros oficios y les damos la bienvenida. Esperamos que este paso, esta Pata de Perro, invite a un juego dialéctico donde el nosotros se construya entre todos.