Por Enrique Robledo
Tengo que salir de mi tierra
algo me asfixia lentamente
cada día se vuelve más pesado
y más pesado
Apenas y duermo
apenas y camino -en realidad me arrastro-
apenas y respiro
apenas y …
¡Basta!
Terminó el sufrimiento
¡Basta de encerrarme en mi!
afuera los pajaritos cantan
-yo también quiero cantar-
afuera hay un mar en el que me quiero sumergir
un bosque entre las nubes para explorar
y una selva con venas de río por recorrer
¡Basta de enmudecer!
gritaré con trazos en el papel
expresaré mi vida a través del arte
y compartiré mi rostro más puro
Ahora que estoy dispuesto a vivir
no sé ni por dónde empezar
supongo que primero me tengo que encontrar
Tal vez estoy en la copa del árbol
en la tierra del panteón
en los colores del papalote
o en el grano de elote
Estoy en las canciones, en los pianos
en la tinta azul, en el pincel
en cada letra pronunciada por mi voz
y en la palabra desconocida
también estoy en la mirada ajena
en el brillo de la pupila
y en el color tejido del iris
En donde estoy, soy
Soy lo de afuera y lo de adentro
luz y sombra
feminidad y masculinidad
Soy la polaridad
soy todas las cosas
Entonces, podré ser quien desee
seré un viejo poeta del monte
un niño revolcándose en el lodo
un perro persiguiendo su cola
seré un vagamundo
un buen amigo
padre, hijo y hermano
un cantante del desierto
punk de la urbe
anarquista, pacifista
hippie tirado en la arena
amante de noche y mañana
caminante de montañas
Hay una sola cosa que siempre buscaré ser;
congruente con lo que siento, pienso y expreso,
para ello, necesito honestidad
ser claro con mis sentimientos
aceptarlos, entenderlos y soltarlos
que me atraviesen
como luz en lágrima de cristal
Yo no sé cuánto me dure la vida
por eso me encargaré de sentirla todos los días
y en cualquier forma que se presente
yo la voy a amar
Aún existe un mundo por aprender
y uno que desaprender
aún hay sueños que cumplir
y no moriré sin intentar
es por eso que elegí vivir en libertad