Por años, subir al Cerro de las Noas ha sido sinónimo de visitar el complejo turístico religioso dedicado a Cristo: para qué llegar hasta lo alto de la cima si no es para contemplar la enorme escultura del Cristo Rey en dicho lugar.
Desde el 2017 es posible subir en minutos al encuentro con la religiosidad en uno de los miradores más altos que hay en Coahuila, a través del Teleférico Torreón.
Sin embargo, la experiencia de viajar en este transporte resulta todo un contraste de emociones.
Considerado por muchos uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad, el Teleférico recorre en sus cabinas mil 493 metros de longitud desde la Estación Treviño -ubicada en la calle que lleva el mismo apellido- hasta la Estación Noas.
“Dora”, ama de casa y visitante de la ciudad de Saltillo, compartió junto con su esposo e hijos, la misma cabina conmigo. Por años le ha temido a las alturas, pero por insistencia de sus críos emprendió el paseo.
“Siempre he querido conocer al Cristo de las Noas”, comentó entre risas nerviosas, mientras tomaba del brazo a su marido evitando la mirada hacia el vacío tras el arranque del recorrido, al estremecerse la cabina.
En el trayecto, se logra apreciar desde las alturas, la zona comercial del Centro de Torreón, llaman la atención sus calles anchas y banquetas amplias. El imponente Hotel Río Nazas, así como la avenida Morelos, casi desierta a esa hora de la tarde.
El ecléctico estilo arquitectónico de las torres del templo del Perpetuo Socorro tampoco escapa a la vista de los foráneos.
A lo largo del recorrido se nota la obra de algunos colectivos urbanos para darle color con grandes murales de temáticas sociales en paredes y techos de negocios o casas.
Sin duda representa un gran esfuerzo por quitarle foco a la ya criticada vista de la ropa en los tendederos y acumulación de llantas, madera y otros objetos en los patios y techos de viviendas y edificios. Creo que hace falta más que esto.
“¿Qué es esa cosa negra?”, cuestionó Alan, el más pequeño de la familia. “Es el famoso cerro negro de Peñoles”, contestó su padre. A la explicación agregué que por décadas, se ha ido acumulando en ese lugar, desechos derivados del procesamiento de ciertos minerales.
“¡Ah, parece carbón!”, expresó Alan con inocencia.
Casi las siete de la tarde, el sol perdía fuerza, pero se aferraba por seguir brillando ya con tonalidades naranjas y ocres en el cielo azul que cubrió la ciudad. Tras cruzar las vías del tren, el teleférico nos llevó por lo alto desde donde se apreciaban colonias como Torreón y Anexas y Nuevo México.
Alan preguntó a sus padres el motivo por el que algunas casas de esta última colonia no tienen puertas ni ventanas.
“¡Se ven feas, me dan miedo!”, expresó Alan a su madre. Su padre quiso desviar la atención y señalar otras atracciones desde las alturas.
La colonia Nuevo México, se localiza a los pies del Cristo de las Noas. En la actualidad está conformada por 21 manzanas, 156 lotes, además de 200 viviendas en las que sólo el 20 por ciento o menos, están habitadas.
“Estar aquí en la colonia Nuevo México que en su nombre significa un despertar, un México en el que las autoridades tomemos conciencia que esto se resuelve cooperando entre los tres niveles de gobierno”, dijo en 2014 el entonces gobernador Rubén Moreira Valdez durante anuncio de la aportación de recursos del extinto Programa Nacional para la Prevención del Delito (Pronapred).
Tras los años de violencia, los habitantes fueron desplazados por los grupos armados que ahí se apostaron, muchos han sido los intentos por recuperar estos espacios, pero ha quedado demostrado, que el enfoque de sólo pintar las fachadas multicolor de casas vandalizadas de familias desplazadas por la violencia no ha sido un buen esfuerzo.
LLEGAR AL COMPLEJO
Cinco niveles habría que recorrer para llegar estar a los pies del Cristo de las Noas. El primero corresponde al área de juegos infantiles y baños, luego el nivel de los dinosaurios, volver a bajar, para llegar al área del Observatorio temporal del Planetarium, subir y bajar escaleras, fue la constante.
Si no tiene buena condición física, prepárese para el esfuerzo y lleve su botella de agua. No apto para personas con estatura mayor a 1.90 metros, es el tramo por el que se pasa para subir a la sección de dinosaurios. No hay un aviso que alerte el paso de las cabinas del teleférico a su llegada a la estación Noas, que ante una posible distracción de quienes por ahí caminan, pudiera tener otros desenlaces.
¿Qué quieres ver en tu viaje por Teleférico? Sólo se ven calzones y techos sucios y casas abandonadas? ¿Quieres ver el cerro negro que algunos operadaores turisticos comenta que pudiera ser “un gran volcán en La Laguna” o quieres ver la gran nata de contaminación que cubre la ciudad en ciertos y que refleja la mala calidad del aire que respiramos los laguneros sin le importe a alguien?
Todo esto es cierto y es innegable. Como tampoco se pueden negar, los impresionantes atardeceres que pintan el cielo lagunero de naranja. El cobijo emocional que estremece al estar a los pies de la escultura del Cristo de las Noas.
La espectacular vista nocturna de la ciudad, que como “Dora” aseguró, ni con todo y su mirador artificial, Saltillo logran disfrutar tal y como lo hizo con su familia en Torreón.