Por Mayte Méndez Porras
A inicios del 2020 se empezó a dar el fenómeno de los “tendederos de denuncias” sobre todo en las instituciones educativas de los niveles de preparatoria y universidad; llegó el covid y esas denuncias se quedaron como hoguera apagada por una ráfaga de viento.
Ahora, dos años después, ¿qué cambios se hicieron en las escuelas para evitar que esos acosos, abusos y violencias se sigan replicando? ¿se tomaron medidas? ¿se dio seguimiento a las denuncias?
Los tendederos de denuncias anónimas sirvieron en un primer momento como un grito desesperado de ayuda, de dar a conocer los nombres de personas que abusando de su posición de poder acosaron a muchas estudiantes, menores de edad la mayoría. Sin embargo, a la fecha no conozco un caso en el que se hayan tomado cartas en el asunto.
Conviene preguntarnos qué sigue después de la catarsis, ya lo gritamos y lo plasmamos en una cartulina en el patio de la escuela, ¿ahora qué sigue? ¿A dónde queríamos llegar con esta denuncia?
A las escuelas las salvó el coronavirus del escarnio público, pero llegó el día en que volvimos a las aulas y estos problemas se seguirán dando si no se erradican estas violencias.
No basta con sentirse “apenados”, la pena no salva a las niñas y mujeres de los acosos, se tienen que tomar medidas severas para cortar de tajo los acosos, abusos de poder e incluso violaciones.
Mientras no haya protocolos para denunciar la violencia de género en las escuelas con sanciones ejemplares vamos a seguir viendo que el Profesor X le dice a la alumna Y que “ya alcanza el timbre y puede hacerle algún favorcito a cambio de su 10”
Muchas veces nos da miedo las consecuencias de presentar denuncias formalmente y por eso nos quedamos en este nivel de denuncia anónima esperando que los culpables reciban algún castigo, sin embargo, no siempre resultan “castigados”, de hecho son una minoría quienes han sentido las consecuencias de sus violencias.
Por eso resulta urgente y necesario canalizar estos desahogos en una denuncia formal, la cual puede efectuarse anónimamente en el Órgano Interno de Control de la SEP (01 800 2288 368) para que mínimo quede un antecedente y se abra una investigación al respecto y con esto forzar a las instituciones a ser más cuidadosos y menos tolerantes ante la violencia de género.
Urge que la Secretaría de Educación sea menos laxa en sus requisitos para poder entrar al mundo de la enseñanza puesto que cada vez vemos más docentes sin vocación, pero con necesidad de un empleo.
La violencia de género en las escuelas no se va a erradicar sola, es necesario que toda la comunidad se comprometa a no seguir repitiendo estos patrones machistas, estas amenazas de poder sobre las estudiantes, es necesario que nos sensibilicemos y dejemos de culpar a las víctimas, en un principio, es necesario reconocer que se desconoce sobre el tema y que además existe una renuencia a querer aprender al respecto.
Es necesario que autoridades, padres y madres de familia trabajen en conjunto y que ESCUCHEN a sus hijas e hijos, que vean las señales de alerta de que están pasando por alguna situación de acoso y después de escucharles poner manos a la obra y evitar que eso siga repitiéndose.
En comunidad podemos lograr terminar con esos vicios y violencias, quitemos la venda de los ojos, seamos seres responsables y empáticos, luchemos por una mejora en la vida académica de las mujeres, más equitativa y justa, con mayor número de oportunidades y menos prejuicios.