A principios de febrero pasado circuló profusamente en las redes sociales un meme en la cual se pregunta de manera irónica si el conflicto en Ucrania afectará el costo de las tlayudas en Oaxaca, aunque el sentido de la imagen llama a no tomar en cuenta una guerra que ocurre a diez mil kilómetros del país, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), organismo especializado de la Naciones Unidas, advirtió el pasado jueves 3 de marzo de los riesgos contra la seguridad alimentaria mundial y su efecto en agravar las tensiones geopolíticas.
El conflicto entre Rusia y Ucrania impacta la disponibilidad de alimentos ya que entre ambos países aportan el 12 por ciento de las calorías alimentarias que se negocian en el mundo, significando el 80% del aceite de girasol, el 31 % de la cebada, el 29 % del Trigo y el 19 % del maíz de esa zona del mar Negro.
México importó en 2021 32 mil toneladas de trigo de Rusia y 192 mil Toneladas de Trigo de Ucrania, así como un millón de toneladas de fertilizantes de Rusia.
Las consecuencias ya se hicieron sentir en la forma de aumentos de precios, el aceite de girasol aumento en los mercados de Estados Unidos un 12 % en el transcurso del año, el trigo un 45%, y la cebada 35%.
Por otra parte, el aumento en los precios de los energéticos (gas y Petróleo) provocan a su vez aumento en el diésel y gasolina además del incremento en el costo de los fertilizantes que ya desde el año pasada habían mantenido un alza importante en los fertilizantes nitrogenados, potásicos y fosfatados.
Esta situación llega a México en un momento en que las importaciones de alimentos rompieron el registro histórico, según informa el reportero Braulio Carbajal del periódico La Jornada en nota publicada el pasado 27 de noviembre del 2021: “En los primeros nueve meses de 2021 el monto de sus importaciones agroalimentarias se encuentra en su nivel más alto para un periodo similar desde que hay registros”.
Además de eso, según el BdeM, el monto de las importaciones entre enero y septiembre de este año asciende a 5 mil 661 millones de dólares, 56 por ciento más en comparación con los 3 mil 614 millones registrados en el mismo periodo del año pasado.
El mayor gasto lo representan los cereales, pues según el BdeM, el monto de las importaciones entre enero y septiembre de este año asciende a 5 mil 661 millones de dólares, 56 por ciento más en comparación con los 3 mil 614 millones registrados en el mismo periodo del año pasado.
La tormenta que se avecina cae sobre un sector agropecuario desmantelado por los sucesivos gobiernos neoliberales. Francisco Yasser Chew Plasencia, dirigente nacional del Movimiento Social por la Tierra (MST), recuerda que hasta 1988 el estado mexicano había construido organismos para apoyar la producción del campo tales como la Productora Nacional de Semillas PRONASE, Fertilizantes Mexicanos, FERTIMEX y Almacenes Nacionales de Deposito, pero fueron privatizados durante el salinismo.
Hoy el control de las semillas están bajo la trasnacional Monsanto, mientras que los fertilizantes son controlados por Du Pont. Este control incide de manera desventajosa contra los pequeños productores en favor del agronegocio.
Todo ello genera un problema estructural contra el sector agropecuario en México, situación que no es posible corregir con los débiles intentos que significan los programas tales como producción para el Bienestar y Seguridad Alimentaria Mexicana SEGALMEX, el dirigente campesino recalca que es necesario reconstruir estas herramientas asimismo mecanismos de financiamiento para el campo.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador se planteó en su Plan Nacional de Desarrollo y su programa sectorial de la Secretaria de Desarrollo Rural 2020-2024.
Propuso como objetivo número 1 lograr la autosuficiencia alimentaria vía el aumento de la producción y de la productividad agropecuaria y acuícola pesquera y para ello se crearon cuatro programas fundamentales Programa de Producción para el Bienestar, Programa de Precios de Garantía, Programa de Crédito Ganadero a la Palabra y el Programa de Fertilizantes.
Dos años después, un balance a medio camino nos permite ver que el Programa Ganadero desapareció luego de un año de implementarse bajo acusaciones de corrupción contra su encargado el hoy gobernador de Zacatecas David Monrreal, el Programa de fertilizantes nuca supero su primera etapa que se implementó únicamente en el estado de guerrero donde campesinos de zonas marginadas productoras de maíz y frijol denunciaban que los fertilizantes no servían y que muchos de ellos perdieron sus cosechas por el manejo poco aseado del programa.
Actualmente sólo sobreviven los programas de producción para el bienestar y los precios de garantía que funciona bajo el organismo denominado Segalmex, encabezado por Ignacio Ovalle Fernández, diputado federal durante gobierno de Carlos Salinas de Gortari y gerente de la entonces Conasupo.
El organismo presenta irregularidades por más de cinco mil millones de pesos lo que ya ha provocado despidos y denuncias por presunta corrupción contra varios funcionarios.
En un escenario internacional donde se prevé el aumento de precios de los alimentos nos encontramos con que México no cuenta con herramientas suficientes para garantizar ni la seguridad ni mucho menos la soberanía alimentaria de su población.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) considera que existe seguridad alimentaria cuando las personas tienen en todo momento el acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarias, concepto ligado al libre mercado.
De esta manera, si las familias no cuentan con acceso económico a los alimentos, simplemente, no comen, por ello los movimientos campesinos agrupados en la “Vía Campesina” construyeron el concepto Soberanía Alimentaria que es el derecho de los pueblos, comunidades y países a definir sus propias políticas alimentarias que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas a sus circunstancias, reclamando la alimentación como un derecho.
Frente a esta situación de crisis mundial de alimentos, el MST en voz de su dirigente Francisco Chew, hace un llamado al gobierno federal para construir un acuerdo Nacional para el Campo con la participación de organizaciones de productores y campesinos. La tarea es grande: alimentar a 126 millones de personas.