Por Tania Díaz Chávez
Recientemente se volvió mediático el lamentable caso de un hombre que golpea a un par de mujeres en un negocio de Torreón Coahuila.
La ventaja de la evidencia visual permitió que llegara a muchos sectores de la opinión pública ante lo cual las autoridades de los diferentes órdenes de gobierno respondieron con pronunciamientos como el caso del instituto municipal de la mujer; declaraciones del propio gobernador del estado, así como las acciones de la autoridad judicial que en esta ocasión actuó de manera rápida y expedita.
Se llenaron la boca diciendo que no se tolera la violencia hacia las mujeres y enarbolando ese caso como un claro ejemplo de ello.
Desafortunadamente, la realidad que enfrentan miles de mujeres en nuestro país, nuestro estado y nuestra ciudad no corresponde al 100 a dicho discurso.
Quienes diariamente acompañan y/o reciben solicitudes de apoyo ante casos de este tipo pueden dar fe de ello.
La revictimización y/o omisión por parte de las instituciones encargadas de prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres sigue prevaleciendo hasta el día de hoy.
Que las acciones y los esfuerzos realizados por la sociedad civil, las voluntades políticas e institucionales, reformas legales y exigencias de las personas en condición de víctimas, si bien han sido loables, es un hecho que también han sido insuficientes.
Todos los días nos enteramos de casos en los que se solicita el apoyo policial por alguna situación de violencia física contra una mujer y la patrulla nunca llega, o si acaso arriba es 50 minutos a dos horas después de la solicitud de auxilio. O de que sirve que vayan a intentar poner una denuncia ante fiscalía si sólo les dicen que ahí no procede pero nunca se les orienta adecuadamente.
Esto sigue sucediendo a pesar de algunas acciones que intentan atender estas situaciones, como el Proyecto de Alerta Violeta TRC a nivel municipal o la capacitación al funcionariado en Coahuila, si cuando una mujer necesita ser atendida o acceder a la justicia, se sigue topando con las mismas omisiones y revictimizaciones; porque un problema tan complejo e histórico como la Violencia de Género requiere no sólo de “curitas”, discursos o simulaciones, requiere de un esfuerzo amplio y conjunto que implique a todos los sectores de la sociedad, incluyendo presupuestos justos, voluntades políticas y políticas públicas integrales, así como de la participación de toda la sociedad.
Ojalá hubiese una cámara que grabara cada agresión hacia las mujeres.
Ojalá se viralizaran todos los casos. Ojalá otras formas de violencia de género como la institucional, económica, psicológica o la obstétrica impactaran ante el ojo público igual que la violencia física.
Pero más deseable es, que no hubiese esas situaciones, que no fuera una realidad no sólo cotidiana, sino sistemática y estructural para cada mujer en el mundo.